Todavía me acuerdo. Sí, pasaron muchos años de ese día, pero tengo memoria. Suelo acordarme de los cumpleaños de todos mis amigos, familiares y hasta de los famosos que me gustan. Pero si hay algo de lo que me acuerdo es de los momentos en que sonreí, acompañada. Como estaba diciendo, me acuerdo de ese día: yo estaba sentadita en el piso con una blusita blanca, una vincha azul en el pelo, un jean y zapatitos o zapatillas (fue hace mucho no me acuerdo taanto). A mi alrededor había muchos nenes y nenas, amigos y compañeros. En un momento en el que probablemente yo estaría distraída viajando a Melmac me llama Analía, pero se equivocó: yo no era María Victoria, era Ana Victoria (muy a mi pesar ese "Ana"), y ahí veo que se levanta un personaje de pelo muuy lacio, flequillito y una sonrisita tímida: era ella, "la otra Vicky". Cómo me enojé cuando descubrí que yo no era la única con ese nombre en mi salita, me molestaba. Siempre había sido la única en todo, y ahora alguien era como yo.
No me equivoqué, ella era como yo. Lo que en ese momento no me imaginé era que esa nena, "la otra" iba a ser mi compañera de juegos, travesuras, escrituras, noches, tardes, pileteadas, pijama parties, grabaciones, una amiga total y completamente incondicional.
Y así crecimos, "Vicky rubia y Vicky morocha", inseparables. Tuvimos distancias, alguna pelea tonta pero nunca fueron suficientes, es así, está escrito es mi doble para toda la vida.
Aceptalo, Tori nunca te vas a poder librar de la Tori rubia.
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